Iniciativas comunitarias como Casa Kolacho lideran los “grafitours”, recorridos que explican esta metamorfosis a través de los vibrantes murales que cubren las fachadas.
Jonathan Stiven Arroyo, ‘Tatam’, guía del tour, resume el cambio afirmando: “Pasamos de ser el lugar más inseguro de Medellín al que nadie se pierde visitar”.
No obstante, esta transformación no está exenta de debates.
Algunos visitantes, como María Paulina Hurtado, expresan preocupación por una posible “desvirtualización” del propósito original debido a la creciente comercialización.
Por su parte, líderes como ‘el Güey’, director de Casa Kolacho, defienden que el emprendimiento sostiene los proyectos sociales y que el tour mantiene un equilibrio “estético y político”. La memoria del conflicto sigue presente en lugares como La Escombrera, un terreno que se presume es una de las fosas comunes clandestinas más grandes de Latinoamérica, recordando las heridas que aún no han sanado.