El modelo de concesiones viales, fundamental para la infraestructura del Eje Cafetero, ha sido objeto de un intenso debate que contrapone la visión empresarial, que lo respalda como un motor de desarrollo, con una perspectiva crítica que advierte sobre su opacidad financiera, sobrecostos y falta de integralidad territorial. Esta discusión se avivó durante el reciente Foro Eje Cafetero, donde líderes gremiales y empresariales defendieron el modelo, citando a Autopistas del Café como un caso de éxito, mientras que análisis externos señalan problemas estructurales a nivel nacional. Durante el foro, participantes como Santiago Pérez, gerente de la concesión Pacífico 3, respaldaron unánimemente el sistema, aunque expresó quejas por tener que incluir aspectos arqueológicos, sociales y ambientales en los proyectos.
Esta visión, sin embargo, es cuestionada por ignorar que la exclusión de estas variables ha generado conflictos con las comunidades y ha derivado en bloqueos y demandas. La crítica principal al modelo se centra en su estructuración financiera y la socialización de los riesgos. Se cita el caso de la vía al Meta, donde el concesionario recauda los peajes mientras el Estado asume los costos de mitigación en puntos críticos, evidenciando un esquema donde “se privatiza el ingreso pero se socializa el riesgo”.
A nivel nacional, la situación es preocupante: la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) reconoce que errores de estructuración han paralizado múltiples proyectos viales 4G, con casi una quinta parte de las concesiones enfrentando procesos de arbitraje o liquidación.
En este contexto, desde el Eje Cafetero se pide mayor transparencia y una reforma al modelo que corrija sus fallas, en lugar de un respaldo incondicional. Se exige un balance detallado de los resultados de concesiones como Autopistas del Café y la necesidad de reformar los mecanismos de estructuración para evitar la fragmentación territorial y los sobrecostos que afectan tanto al Estado como a los usuarios.
En resumenEl Eje Cafetero se encuentra en una encrucijada sobre su modelo de infraestructura vial, con un sector empresarial que defiende las concesiones como un éxito y voces críticas que exigen mayor transparencia, responsabilidad social y una reevaluación de un sistema que a nivel nacional presenta graves fallas de planeación y sobrecostos. El debate se centra en si mantener el modelo actual o corregirlo para garantizar un desarrollo regional verdaderamente integral y sostenible.