El desempeño de James Rodríguez con la Selección Colombia durante las eliminatorias al Mundial 2026 contrasta de manera notable con las persistentes críticas que recibe en su club, el León de México. Mientras en la Liga MX se cuestiona su regularidad y el valor de su fichaje, con la camiseta 'Tricolor' se consolida como una figura indiscutible y determinante, liderando al equipo con un aporte ofensivo fundamental para la clasificación. Esta dualidad en su rendimiento ha generado un amplio debate. En México, se le describe como un jugador intermitente, cuyo talento aparece solo en destellos.
En cambio, con la selección, su influencia es constante y medible. El periodista César Augusto Londoño, en defensa del jugador frente a las críticas de Carlos Antonio Vélez, aportó una estadística clave que subraya su importancia: James participó directamente en 14 de los 22 goles de Colombia durante la fase clasificatoria, con un saldo de 3 goles y 11 asistencias. Estas cifras lo posicionan como el arquitecto del ataque del equipo de Néstor Lorenzo.
Los análisis sugieren que este contraste no se debe únicamente al jugador, sino al entorno.
Se argumenta que en la Selección Colombia está rodeado de un sistema y de compañeros que potencian su visión de juego, mientras que en León “no siempre tiene socios de igual nivel para explotar” sus capacidades. Esta situación define la etapa actual de su carrera: un ídolo y referente para su país, pero una figura cuestionada a nivel de clubes, un fenómeno que evidencia la importancia del contexto táctico y colectivo para un jugador de su perfil.
En resumenA diferencia de su etapa en el Club León, James Rodríguez demuestra un nivel superlativo con la Selección Colombia, donde es una pieza fundamental. Su liderazgo en las eliminatorias, con una participación directa en la mayoría de los goles del equipo, evidencia un rendimiento que no ha logrado replicar con la misma consistencia en México, generando un debate sobre las causas de esta disparidad.