El gobierno israelí promueve activamente esta reactivación, utilizando incluso 'influencers' para contrarrestar las campañas de boicot internacional.

En un marcado contraste con la desolación de Gaza, Jerusalén comienza a recuperar su vitalidad turística tras dos años de conflicto. El Ministerio de Turismo de Israel proyecta recibir 1,4 millones de visitantes en 2025, una cifra que, aunque lejana a los 4 millones anuales previos a la guerra, señala un resurgimiento económico impulsado por la reapertura de rutas aéreas y un alto el fuego esporádicamente respetado. Para acelerar esta recuperación y combatir el movimiento internacional de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), el gobierno israelí ha implementado una estrategia de relaciones públicas que incluye la colaboración con 'influencers' internacionales, como la modelo argentina Emilia Attias. El objetivo es proyectar una imagen de "belleza y resiliencia", a menudo con un sesgo que omite la realidad del conflicto, que ha costado más de 69.400 vidas en Gaza.

Esta reactivación, sin embargo, no es uniforme.

Propietarios de hoteles palestinos en Jerusalén Este, la zona ocupada de la ciudad, denuncian un trato desigual, afirmando no haber recibido las mismas ayudas económicas que el Ministerio de Turismo ha proporcionado a los establecimientos en la parte occidental (judía) de la ciudad. Esta situación no solo subraya la profunda brecha económica y política que divide la ciudad, sino que también refleja cómo la narrativa de recuperación coexiste con la persistencia de la ocupación y la discriminación.