Entre los temas clave se encuentra la posibilidad de un pacto de seguridad entre Damasco e Israel. La visita de Al-Sharaa a Washington marca un cambio radical en la política exterior estadounidense hacia Siria, un país que durante mucho tiempo fue considerado un paria. Durante la reunión, el presidente Trump no solo dio la bienvenida a Siria a la coalición global para combatir al Estado Islámico, sino que también expresó su interés en negociar un acuerdo de seguridad que involucre a Damasco e Israel. Este movimiento podría alterar fundamentalmente el mapa geopolítico de la región, transformando décadas de hostilidad entre Siria e Israel en una forma de cooperación estratégica, aunque sea mediada por Estados Unidos. Además del pacto de seguridad, se discutió la posibilidad de establecer una presencia militar estadounidense en una base aérea cerca de Damasco. Por su parte, el presidente Al-Sharaa está utilizando esta apertura diplomática para presionar por el levantamiento de todas las sanciones que pesan sobre su nación, buscando fondos y legitimidad internacional para la reconstrucción de un país devastado por la guerra. Este acercamiento, aunque incipiente, sugiere una reconfiguración de alianzas donde la lucha contra el terrorismo y la contención de otras influencias regionales podrían estar uniendo a antiguos adversarios.