Los ataques de los colonos no son incidentes aislados; a menudo cuentan con el apoyo tácito o explícito del Ejército, que actúa como barrera para impedir que los palestinos accedan a sus tierras o, en algunos casos, participa directamente en las agresiones. El miedo generado por esta violencia sistemática ha obligado a muchos agricultores a abandonar sus cultivos, que en muchos casos han sido arrasados.
Esta situación tiene un impacto económico devastador, ya que la cosecha es vital para el sustento de aproximadamente 100.000 familias palestinas.
La violencia no solo se limita a los agricultores; activistas israelíes y extranjeros que los acompañan en señal de solidaridad también son cada vez más perseguidos. Las cifras oficiales de las Naciones Unidas corroboran la gravedad de la situación: según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, desde el 7 de octubre de 2023, al menos 1.017 palestinos han sido asesinados en Cisjordania por las Fuerzas de Defensa de Israel y colonos violentos. Este aumento de la violencia y las muertes subraya un deterioro profundo de la seguridad y los derechos humanos en el territorio.












