Esta victimización, según el autor, otorga una “licencia para ejercer toda forma de violencia”. El artículo cita una encuesta de agosto de 2025 que revela que el 62% de los israelíes (y el 76% de los judíos israelíes) cree que “no hay inocentes en Gaza”. Esta creencia se ha extendido hasta el punto de que muchos consideran que todos los palestinos, incluidos los de Cisjordania, “merecen ser castigados”. El texto denuncia que los medios de comunicación israelíes fomentan un discurso de odio y que cualquier expresión de empatía hacia los palestinos es vista como sospechosa e incluso ilegal, llevando a la detención de activistas de izquierda y al silenciamiento de la población árabe-israelí. Las protestas contra el gobierno de Netanyahu, señala Levy, se centran exclusivamente en la liberación de los rehenes, ignorando el sufrimiento palestino. El autor concluye que, “encerrados en un mundo aparte, desconectados de la realidad, los israelíes no pondrán fin a esta barbarie por sí mismos”, y que corresponde al resto del mundo actuar para “salvar a Gaza”.