No obstante, la respuesta de Israel fue inmediata y escéptica.

Fuentes oficiales israelíes, que no han confirmado su adhesión a un alto el fuego formal y permanente, calificaron el anuncio de Hamás como “superfluo y perjudicial”. Esta reacción sugiere que Israel interpreta el acuerdo como una tregua temporal y condicionada, no como el fin definitivo de las hostilidades.

La discrepancia en la interpretación del alcance del pacto pone de manifiesto la enorme brecha de confianza y los diferentes objetivos finales de cada bando, lo que podría complicar la transición hacia una paz sostenible.