Su misión principal es garantizar el cumplimiento de la tregua pactada, supervisar la liberación de los rehenes israelíes que llevan más de dos años secuestrados y, fundamentalmente, evitar una nueva escalada de violencia. La llegada de los primeros efectivos estadounidenses a suelo israelí representa un compromiso directo y visible de Washington con la sostenibilidad del acuerdo, aportando un peso diplomático y militar significativo a la operación.

Fuentes diplomáticas han señalado que las próximas horas serán determinantes para consolidar la estabilidad.

La presencia de esta fuerza coincide con el inicio del repliegue gradual de las fuerzas israelíes desde varios puntos del enclave palestino, un movimiento estipulado en la primera fase del plan de paz. Este acuerdo es considerado un paso histórico hacia la desescalada, después de meses de una violencia que ha dejado miles de víctimas y una profunda crisis humanitaria. La fuerza internacional actuará como un mecanismo de verificación y mediación sobre el terreno, buscando generar la confianza necesaria entre las partes para avanzar hacia una paz más duradera.