La subsiguiente ofensiva israelí ha causado más de 67.000 muertes palestinas y una destrucción generalizada en Gaza, calificada como “catastrófica” por observadores. La primera fase del plan, negociada en Egipto con la mediación clave de EE.

UU., Catar y Turquía, establece un alto el fuego que entrará en vigor 24 horas después de su ratificación.

Durante este período, Hamás liberará a 48 rehenes israelíes (20 de ellos con vida) a cambio de aproximadamente 2.000 prisioneros palestinos. A su vez, el ejército israelí se replegará a una “línea amarilla” acordada, reduciendo su control territorial en Gaza del 80% al 53% y permitiendo el regreso de miles de palestinos a sus hogares. El pacto también asegura la entrada de ayuda humanitaria.

Hamás declaró que la guerra “ha terminado por completo”, afirmando haber recibido “garantías” para un cese al fuego permanente.

Por su parte, el gobierno israelí confirmó el acuerdo, aunque su implementación depende de la aprobación final del gabinete del primer ministro Benjamin Netanyahu, quien enfrenta la presión de sectores ultranacionalistas que rechazan concesiones. Donald Trump, quien anunció el acuerdo como un “hecho histórico”, planea viajar a la región para certificarlo, consolidando su papel en la diplomacia internacional.