Un ejemplo destacado es el “Nova Healing Concert”, un evento masivo en Tel Aviv que reunió a sobrevivientes y familiares de las víctimas del festival de música atacado el 7 de octubre. Bajo el lema “We will dance again” (Volveremos a bailar), el concierto funcionó como un espacio para recordar a los fallecidos y, al mismo tiempo, intentar sanar a través de la música y la comunidad. Por otro lado, en Jerusalén, una ciudad marcada por la tensión, el DJ Ramzy Al Spinoza ha creado un espacio único de encuentro intercultural.
Su fiesta, llamada “Monolingual”, se dedica a la música árabe contemporánea y ha logrado atraer a un público mixto.
Ramzy describe cómo en sus eventos “una chica con hiyab (…) bailando en un club nocturno en Jerusalén, junto a un religioso judío, junto a un chico LGBT sin camiseta”.
Él lo define como “el primer espacio seguro compartido entre árabes y judíos en la vida nocturna de Jerusalén”. Su misión es promover ídolos árabes y usar la cultura como un terreno común. “La mitad de la población judía israelí tiene raíces árabes.
Eso significa que tenemos un terreno común de cultura y que podemos celebrarla juntos”, concluye.