Los informes describen un panorama desolador.

Las cifras de víctimas palestinas varían según las fuentes, oscilando entre más de 60.000 y 67.000 muertos, además de 140.000 heridos. Guilherme Botelho, coordinador de proyectos de Médicos Sin Fronteras (MSF), calificó la situación como “catastrófica”, afirmando que “el 70 por ciento de lo que era Gaza está destruido. El colapso es completo, no existe la sociedad ni el orden público y la desesperación de la gente por los alimentos es total”. La destrucción abarca viviendas, escuelas, hospitales, lugares de culto y zonas agrícolas. Además, se reporta que la administración de Netanyahu ha fraccionado la Franja mediante corredores que han alterado su geografía.

El acceso de ayuda humanitaria es limitado y peligroso; MSF documentó casos de civiles baleados al intentar conseguir comida. La comunidad internacional ha elevado su condena, y figuras como Bono, cantante de U2, han calificado las acciones del gobierno israelí como un “fracaso moral”, acusándolo de usar el hambre como arma de guerra.

Esta crisis humanitaria es un punto central en el debate global sobre el conflicto, generando una inmensa presión diplomática sobre Israel.