Su objetivo era desafiar el bloqueo y suministrar ayuda a una población que, según los organizadores, enfrenta “hambruna y genocidio”.
Los activistas denunciaron haber sido “rodeados de forma agresiva” por barcos de guerra israelíes y que sus comunicaciones fueron desactivadas. Por su parte, el Ministerio de Exteriores de Israel justificó la acción argumentando que la flotilla se acercaba a una “zona de combate activa” y violaba un “bloqueo naval legítimo”, calificando la misión como una “provocación” de Hamás. El suceso provocó una reacción internacional: los gobiernos de España e Italia enviaron buques militares para garantizar la seguridad de sus ciudadanos en la flotilla, mientras que Sudáfrica pidió “la protección” de los participantes. El incidente se suma a denuncias previas de ataques con drones contra la flotilla mientras se encontraba en Túnez.