A pesar de su respaldo público al plan de paz de 20 puntos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha mantenido una postura inflexible sobre el control militar a largo plazo de Gaza y ha rechazado explícitamente la creación de un Estado palestino. Sus declaraciones generan serias dudas sobre el verdadero alcance de la autonomía que se le permitiría a Gaza bajo este acuerdo. Netanyahu ha sido claro al afirmar que, incluso con la implementación del plan, el ejército israelí "permanecerá en la mayor parte de la Franja de Gaza". Esta declaración sugiere que la retirada de las tropas israelíes, mencionada en el acuerdo, sería parcial o estaría sujeta a condiciones que permitirían una presencia militar indefinida.
Además, ha reiterado su oposición histórica a la soberanía palestina.
El analista Irvin Gatell señala que Netanyahu está siendo "pragmático y diciendo la verdad: ocho veces se les ha ofrecido a los palestinos un Estado y las ocho veces lo han rechazado".
Esta postura contradice directamente el punto 19 del plan, que menciona de manera vaga la posibilidad de "una vía creíble hacia la autodeterminación y la creación de un Estado palestino" como una aspiración a largo plazo. El apoyo de Netanyahu al plan parece, por tanto, estar condicionado a que este sirva a los objetivos estratégicos de Israel: la eliminación de Hamás como amenaza militar y la consolidación del control de seguridad sobre los territorios palestinos, sin ceder en la cuestión fundamental de la soberanía.
En resumenLas declaraciones de Netanyahu revelan que, para Israel, el plan de paz es una herramienta para alcanzar sus objetivos de seguridad, pero no un compromiso con la autodeterminación palestina. Su insistencia en mantener una presencia militar en Gaza y su rechazo a un Estado palestino limitan drásticamente el potencial del acuerdo para lograr una paz duradera y justa.