Desde el 7 de octubre de 2023, el gobierno israelí ha “soltado todos sus frenos” para expandir su control sobre el territorio ocupado.
Las medidas implementadas incluyen un aumento significativo de las invasiones militares y redadas a gran escala en ciudades y campos de refugiados palestinos.
Paralelamente, se ha desatado una ola de violencia por parte de soldados y colonos israelíes, que operan con una impunidad cada vez mayor. El aspecto más estratégico de esta política es la aprobación de cifras récord de nuevas viviendas en asentamientos ilegales según el derecho internacional. Esta construcción acelerada no solo expande las colonias existentes, sino que también crea nuevas, fragmentando aún más el territorio palestino y haciendo inviable la contigüidad territorial necesaria para un Estado soberano. Estas acciones, según el análisis, “arraigan la agenda anexionista de Israel” y están diseñadas para “sepultar cualquier opción de un futuro Estado palestino”. La estrategia se desarrolla en un segundo frente, menos visible que los bombardeos en Gaza, pero con implicaciones a largo plazo igualmente devastadoras para la causa palestina, creando hechos consumados sobre el terreno que serían extremadamente difíciles de revertir en cualquier negociación de paz futura.