Mientras Israel y el gobierno libanés sostienen que su poder ha sido diezmado, otros análisis sugieren que la organización está en una fase de reorganización y no ha sido eliminada como fuerza regional.

El ataque, ejecutado con “bombas antibúnkeres israelíes” en los suburbios del sur de Beirut, representó el golpe más significativo contra Hezbolá en décadas.

Como consecuencia, el gobierno libanés ha intensificado sus esfuerzos para desarmar al grupo, una meta de larga data que ahora parece más factible. La narrativa oficial israelí es que el poder de Hezbolá “ha sido diezmado”. Sin embargo, el artículo señala una perspectiva disidente, indicando que “muchos expertos y simpatizantes de Hezbolá discrepan” con esa afirmación.

Esta visión alternativa plantea que, si bien el grupo sufrió una pérdida estratégica irremplazable y su capacidad operativa fue afectada, ha iniciado un proceso interno para reagruparse y adaptar su estructura de liderazgo y estrategia.

La situación actual, por tanto, es de incertidumbre, con un Hezbolá debilitado pero lejos de ser una fuerza extinta, lo que mantiene la tensión en la frontera con Israel y dentro del complejo panorama político del Líbano.