Un cambio diplomático sin precedentes se materializó con el anuncio coordinado de potencias occidentales como el Reino Unido, Canadá, Australia, Francia y Portugal de reconocer formalmente al Estado de Palestina. Esta decisión, tomada en vísperas de la Asamblea General de la ONU, marca un punto de inflexión en la postura de naciones tradicionalmente aliadas de Israel y busca revitalizar la solución de dos Estados. El peso simbólico de este reconocimiento es inmenso, especialmente por parte del Reino Unido, antigua potencia colonial y artífice de la Declaración Balfour de 1917. La decisión de que miembros del G7 como Reino Unido, Canadá y Francia se sumen a los más de 140 países que ya reconocían a Palestina, aísla aún más la postura de Estados Unidos.
El presidente francés, Emmanuel Macron, encapsuló el momento en su discurso ante la ONU con la frase: “Ha llegado la hora”. Sin embargo, el reconocimiento no es incondicional; los países han exigido que Hamás no tenga un papel en el futuro gobierno palestino, que se reconozca el derecho de Israel a existir y que la Autoridad Palestina implemente reformas democráticas. La medida responde a una enorme presión social en Occidente, donde, según un informe citado, el 82 % de la población española apoya a Palestina, y es interpretada por algunos analistas como un “grito contra el genocidio”. A pesar de ser considerado un paso tardío por muchos, representa la victoria diplomática más significativa para la causa palestina en décadas, impulsada por la barbarie del conflicto en Gaza y el temor a que la expansión de asentamientos israelíes haga inviable cualquier solución pacífica.
En resumenEl reconocimiento coordinado del Estado palestino por parte de potencias occidentales clave representa un cambio diplomático fundamental, diseñado para presionar a Israel y reimpulsar la solución de dos Estados, aunque llega con condiciones y tras una prolongada inacción.