Su implementación ha sido pospuesta durante años debido a una fuerte presión internacional, ya que los críticos argumentan que su objetivo principal es fragmentar el territorio palestino.

Al dividir Cisjordania en dos, se impediría la continuidad territorial necesaria para un futuro Estado palestino soberano. Según un reportaje de France 24, la aprobación de este plan por parte del actual gobierno israelí tendría como finalidad “sepultar la idea del establecimiento de un Estado palestino”. La reactivación de este controvertido proyecto se enmarca en un contexto de expansión de asentamientos en Cisjordania y un rechazo explícito por parte del gobierno de Netanyahu a la creación de un Estado palestino, consolidando una política de hechos consumados sobre el terreno.