El actual conflicto entre Israel y Palestina no es un evento aislado, sino la culminación de décadas de ocupación y políticas complejas que, según analistas y exfuncionarios israelíes, incluyeron el apoyo inicial de Israel a Hamás. Esta estrategia, descrita como una operación para debilitar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), ha sido fundamental en la configuración del escenario actual. Los orígenes del conflicto se remontan al Mandato Británico (1920-1948), la Declaración Balfour de 1917 y el plan de partición de la ONU de 1947. Sin embargo, un factor menos conocido es el papel de Israel en el fortalecimiento de Hamás durante la década de 1980. Investigaciones de medios como The Wall Street Journal y testimonios de exoficiales israelíes revelan que Israel "participó activamente en la creación y expansión de Hamas". El general israelí Yitzhak Segev, gobernador de Gaza en ese momento, admitió en 1981 que Israel apoyaba con fondos a las mezquitas donde se adoctrinaba a los seguidores del movimiento islamista.
El objetivo estratégico era crear un contrapeso religioso y radical a la OLP, de carácter predominantemente secular y nacionalista.
Décadas después, esta estrategia ha tenido consecuencias imprevistas, convirtiendo a Hamás en la "excusa perfecta" para justificar ofensivas militares a gran escala. Este enfoque es comparado con la financiación de Estados Unidos a los muyahidines en Afganistán, de donde posteriormente surgió Al Qaeda, que luego se convirtió en el pretexto para la invasión estadounidense. Así, la narrativa de una "defensa legítima" contra el terrorismo oculta una historia en la que el propio Estado de Israel contribuyó a fortalecer al enemigo que hoy dice combatir.
En resumenLa historia del conflicto revela que las tensiones actuales son producto de una larga ocupación y de estrategias geopolíticas complejas, incluyendo el fomento inicial de Hamás por parte de Israel, lo que finalmente creó el pretexto para las devastadoras ofensivas militares que hoy se desarrollan en Gaza.