Organismos internacionales y testigos directos advierten sobre un colapso total del enclave palestino.
Las cifras son alarmantes: la ofensiva ha causado más de 65.000 muertes, de las cuales más de 19.000 son niños. La crisis de desplazamiento es igualmente grave, con cerca de 2 millones de personas obligadas a abandonar sus hogares. La Oficina de Medios del Gobierno de Gaza informa que más de 900.000 palestinos se resisten a salir de la Ciudad de Gaza y el norte, a pesar de los bombardeos, ya que las supuestas "zonas seguras" en el sur también son atacadas. La ONU ha confirmado la existencia de una hambruna provocada por el hombre, resultado del bloqueo israelí a la entrada de alimentos y suministros básicos. La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) denunció que huir le cuesta a una sola familia aproximadamente 3.180 dólares, una suma inalcanzable para la mayoría.
La infraestructura civil ha sido sistemáticamente destruida, incluyendo viviendas, escuelas, universidades y hospitales.
Un cirujano francés que trabajó con Médicos Sin Fronteras describió lo que queda de Gaza como "dolor, lágrimas y sangre".
Esta situación ha llevado a países como Colombia a donar ayuda humanitaria, destinando 200.000 dólares para apoyar a niños y familias vulnerables en el enclave.