Sin embargo, cinco años después, el contexto regional es radicalmente diferente.

Las tensiones persistentes, exacerbadas por la prolongada y devastadora ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza, han puesto a los países árabes signatarios en una posición diplomática y popular muy incómoda. La expansión continua de los asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada, un tema central para los palestinos y el mundo árabe, también ha socavado la credibilidad de los acuerdos como un vehículo para una paz más amplia e inclusiva. Aunque los lazos diplomáticos y económicos formales se mantienen, la guerra ha enfriado las relaciones públicas y ha puesto de manifiesto que la normalización sin una resolución justa del conflicto palestino-israelí tiene límites profundos y sigue siendo vulnerable a las crisis recurrentes que azotan la región.