François Jourdel, un cirujano francés que trabajó en la zona, afirma que lo que queda de Gaza es “dolor, lágrimas y sangre” y denuncia que no hay ningún lugar seguro en el enclave, ya que incluso las zonas designadas como humanitarias son atacadas.

Un hospital infantil fue bombardeado recientemente, interrumpiendo el tratamiento de los pacientes. La ONU ha confirmado la existencia de una hambruna provocada por el hombre, resultado del bloqueo israelí que impide el ingreso de alimentos, agua y medicinas. Esta estrategia es considerada por el Comité de Derechos del Niño de la ONU como el uso del hambre de la niñez como arma de guerra. La destrucción sistemática de viviendas, escuelas, universidades y hospitales ha dejado a la población sin servicios básicos y en condiciones de supervivencia extremas, lo que agrava aún más una crisis que amenaza con borrar la vida civil de la región.