Un ataque israelí en Doha, capital de Qatar, contra líderes de Hamás ha provocado una enérgica condena internacional y ha puesto en jaque los esfuerzos de mediación en el conflicto de Gaza. Esta acción, calificada como una violación de la soberanía qatarí, ha unido a los países árabes e islámicos en un frente diplomático común contra Israel. El ataque del 9 de septiembre tuvo como objetivo eliminar físicamente a representantes de Hamás que formaban parte del equipo negociador, en un hecho sin precedentes en la historia de las mediaciones internacionales.
Esta acción torpedeó un proceso en el que Qatar, junto con Egipto y Estados Unidos, había estado involucrado por casi dos años. La respuesta fue inmediata: más de 50 países árabes e islámicos se reunieron en Doha para formar un frente unido en solidaridad con el emirato, mientras que naciones como Francia, Reino Unido, España y varios países latinoamericanos condenaron la agresión. Qatar, en una carta a la ONU, calificó el ataque de “criminal” y advirtió que no tolerará el “comportamiento imprudente de Israel”. La situación ha colocado a Estados Unidos, que tiene en Qatar su principal base militar en la región, en una posición sumamente incómoda, mientras que el primer ministro qatarí advirtió que “las prácticas bárbaras y demagógicas de Israel no nos disuadirán” de buscar la paz.
En resumenEl ataque israelí en Doha representa una grave escalada que ha saboteado la vía diplomática, unificado al mundo árabe e islámico en su contra y complicado la posición de su principal aliado, Estados Unidos. El incidente ha demostrado la disposición de Israel a violar la soberanía de otros Estados, aumentando el riesgo de una conflagración regional.