El ejército israelí justificó sus ataques aéreos en las provincias de Saná y Jawf, afirmando que los puntos bombardeados “sirvieron al régimen hutí para planificar y ejecutar ataques terroristas”. La interceptación del misil hutí demuestra la capacidad de defensa de Israel, pero también la persistencia de la amenaza que representa el grupo yemení para la seguridad israelí a cientos de kilómetros de distancia. Esta dinámica se enmarca en una estrategia más amplia de Israel de confrontar a los aliados de Irán en toda la región. Los artículos mencionan que Israel ha llevado a cabo ataques en Líbano, Siria, Irak e Irán, además de Yemen, bajo el argumento de “aniquilar al Hamás” y a quienes los apoyan. La confrontación con los hutíes es particularmente significativa debido a su capacidad para interrumpir el tráfico marítimo en el Mar Rojo y su disposición a atacar directamente a Israel, lo que añade una dimensión estratégica y económica a un conflicto ya volátil.