En un movimiento diplomático significativo, el gobierno de Bélgica ha anunciado que se sumará al reconocimiento del Estado de Palestina, aunque lo condiciona a dos factores clave. Esta decisión se produce en un contexto de creciente presión internacional sobre Israel, mientras el número de víctimas mortales en su ofensiva contra Gaza ha superado las 63.633 personas. La postura de Bélgica refleja un cambio gradual pero constante en la diplomacia europea frente al conflicto israelo-palestino. El reconocimiento formal del Estado palestino está sujeto a dos condiciones: la liberación de todos los rehenes en poder de Hamás y la salida del grupo islámico del poder en Gaza. Aunque estas condiciones hacen que el reconocimiento no sea inmediato, el anuncio en sí mismo alinea a Bélgica con otros países europeos como España, Irlanda y Noruega, que recientemente formalizaron su reconocimiento de Palestina.
Este paso diplomático contrasta brutalmente con la realidad sobre el terreno. Según el Ministerio de Salud de Gaza, la ofensiva israelí continúa cobrando un alto precio en vidas humanas, con al menos 73 palestinos asesinados en un solo día, el 2 de septiembre. La campaña militar israelí avanza con una renovada ofensiva contra la Ciudad de Gaza, y las muertes por hambre comienzan a aumentar, agravando la ya desesperada situación humanitaria. La decisión de Bélgica, por tanto, puede interpretarse como un intento de utilizar una herramienta diplomática para presionar por una solución política y un cese de las hostilidades, aunque su impacto práctico a corto plazo sea limitado.
En resumenLa intención de Bélgica de reconocer a Palestina, aunque condicionada, se suma a la creciente ola de presión diplomática sobre Israel. Sin embargo, este gesto se ve opacado por la incesante violencia y el aumento del número de víctimas en Gaza, lo que evidencia la profunda brecha entre las acciones diplomáticas internacionales y la capacidad de estas para detener el conflicto.