Un movimiento de objeción de conciencia está creciendo dentro de las filas del ejército israelí, donde cientos de reservistas han anunciado públicamente su negativa a seguir participando en la ofensiva sobre la Franja de Gaza. Este acto de disidencia interna expone las profundas fracturas que la prolongada guerra está causando en la sociedad israelí. En una concentración en Tel Aviv, un grupo de más de 365 reservistas declaró que no se presentarán al servicio cuando sean convocados nuevamente para combatir en Gaza o en puestos de vigilancia en la frontera. El sargento Max Kresch, médico de combate, afirmó en un discurso: “Nos negamos a participar en la guerra ilegal de (Benjamín) Netanyahu, y lo consideramos un deber patriótico.
Negarnos y exigir responsabilidades a nuestros líderes”.
Los soldados, que sirvieron desde el 7 de octubre, argumentan que el gobierno está matando y privando deliberadamente de alimento a la población civil palestina, acciones que consideran no solo ilegales sino también perjudiciales para la seguridad de los judíos en todo el mundo. Además, acusan al primer ministro de haber boicoteado acuerdos de tregua que podrían haber liberado a los rehenes.
La protesta cobra especial relevancia en un momento en que el ejército espera la reincorporación de unos 60.000 reservistas para una próxima ofensiva en Ciudad de Gaza.
Algunos de los manifestantes estiman que menos del 50 % responderá al llamado. Ron Feiner, otro reservista, expresó a EFE su oposición a la ocupación y al traslado de civiles, calificando la orden de “ilegal”.
En resumenLa negativa de cientos de reservistas a seguir combatiendo en Gaza evidencia una creciente división dentro de Israel respecto a la conducción de la guerra. Calificando la ofensiva de "ilegal" y acusando al gobierno de Netanyahu de dañar la seguridad del país y sabotear la liberación de rehenes, este movimiento de disidencia representa un desafío significativo a la cohesión militar y política en medio del conflicto.