Empresas como Lockheed Martin y Elbit Systems proveen armas de última generación.

En el sector tecnológico, Microsoft, Google y Amazon tienen contratos millonarios para proporcionar infraestructura tecnológica al ejército israelí, mientras que IBM entrena a su personal de inteligencia y Palantir suministra plataformas de inteligencia artificial.

Otras compañías como Volvo, Hyundai y Caterpillar son acusadas de suministrar maquinaria pesada utilizada para destruir viviendas, hospitales e infraestructura civil.

El sector financiero también juega un papel clave; bancos como BNP Paribas y Barclays han suscrito bonos del Tesoro israelí para reforzar la confianza del mercado.

Albanese define este entramado como “un ecosistema que sostiene esta ilegalidad” y concluye de manera tajante: “El genocidio en Gaza no ha cesado porque es lucrativo.

Es rentable para demasiadas personas”.