Varios países han tomado medidas concretas, desde el reconocimiento del Estado palestino hasta la imposición de sanciones comerciales y el desprendimiento de inversiones.

El cerco diplomático y económico sobre Israel se ha estrechado significativamente.

El Gobierno de Colombia oficializó la prohibición total de las exportaciones de carbón a Israel, una medida que, según la ministra de Comercio Diana Marcela Morales, busca evitar que los recursos naturales del país contribuyan a la “máquina de guerra del Estado de Israel”. Por su parte, Turquía adoptó una postura aún más severa al romper lazos diplomáticos, cerrar sus puertos y bloquear su espacio aéreo a vuelos oficiales israelíes, además de solicitar la suspensión de Israel de las Naciones Unidas por “genocidio”. En Europa, Bélgica anunció su intención de reconocer al Estado de Palestina, aunque condicionó la medida a la entrega de todos los rehenes y la salida de Hamás del poder. La presión también proviene del sector financiero; el Fondo Noruego de Pensiones, uno de los mayores fondos soberanos del mundo, retiró sus inversiones de la empresa estadounidense Caterpillar, citando el uso de su maquinaria en la demolición de viviendas e infraestructura en Gaza. Esta acción se suma a la desinversión de al menos 20 empresas israelíes. La retórica diplomática también se ha endurecido, como lo demostró el presidente Gustavo Petro al comparar la situación en Gaza con los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki durante su visita a Japón.