El 28 de agosto, una serie de ataques aéreos israelíes sacudieron la capital yemení, Saná. Posteriormente, el movimiento hutí confirmó que en la ofensiva murieron su jefe de gobierno, Ahmed Ghaleb al-Rahawi, y otros altos funcionarios. Este ataque representa una escalada significativa, eliminando a una figura de alto rango del movimiento respaldado por Irán y llevando el conflicto directamente a la cúpula de su liderazgo.
La respuesta hutí no se hizo esperar.
El portavoz militar del grupo, Yehya Sarea, anunció que habían lanzado un misil balístico contra el petrolero israelí 'Scarlet Ray' en el norte del Mar Rojo, afirmando que la operación resultó en un “impacto directo”.
Sarea vinculó la acción al apoyo de los hutíes a la población palestina de Gaza y prometió más acciones militares contra intereses israelíes, advirtiendo sobre una “escalada constante”. Este intercambio de ataques abre un frente de confrontación directa y de alto riesgo, expandiendo el teatro de operaciones de la guerra más allá de Gaza y sus fronteras inmediatas, y amenazando la seguridad de una de las rutas marítimas más importantes del mundo.