Estas acciones marcan una nueva fase del conflicto, con operaciones terrestres profundizándose en áreas densamente pobladas y un aumento de los bombardeos. La nueva etapa de la ofensiva israelí se centra en la Ciudad de Gaza, descrita por el ejército como una “peligrosa zona de combate”. Las operaciones incluyen el avance de tanques y soldados en barrios como Sheikh Radwan, donde residentes denunciaron ataques con granadas sobre tres escuelas que servían de refugio.

Testigos también reportaron la destrucción de viviendas, una clínica médica y ambulancias.

Para esta operación ampliada, Israel ha movilizado a unos 60.000 reservistas con el objetivo declarado de “desmantelar a Hamás militar y gubernamentalmente”. En un tono desafiante, el ministro de Defensa, Israel Katz, prometió abrir las “puertas del infierno” en la ciudad hasta lograr el desarme de Hamás y la liberación de todos los rehenes. En paralelo a la escalada militar, las fuerzas israelíes recuperaron los cuerpos de dos rehenes: Ilan Weiss, de 56 años, y otro aún no identificado. El primer ministro Benjamín Netanyahu reafirmó que la campaña para el retorno de los secuestrados continuará sin descanso. La intensificación de las hostilidades y la finalización de las “pausas tácticas” para la entrega de ayuda humanitaria han sido condenadas por agencias de la ONU, que advierten que la operación podría poner en riesgo a cerca de un millón de personas y agravar la hambruna ya existente en la zona.