Esta dinámica de ojo por ojo amenaza con desestabilizar aún más una región ya volátil.
El 30 de agosto, el movimiento hutí confirmó la muerte de su "primer ministro", Ahmed Ghaleb al-Rahwi, y otros altos cargos en un ataque aéreo israelí sobre la capital yemení, Saná, el 28 de agosto. El ejército israelí afirmó haber atacado una "posición militar", pero reportes de medios árabes indicaron que los bombardeos impactaron infraestructuras y viviendas civiles.
Tras el ataque, los hutíes prometieron "venganza" y "días oscuros" para Israel.
La respuesta no se hizo esperar.
El 1 de septiembre, los rebeldes chiíes anunciaron haber lanzado un misil balístico contra el petrolero israelí 'Scarlet Ray' en el norte del mar Rojo. El portavoz militar hutí, Yehya Sarea, afirmó que "la operación terminó con un impacto directo en la embarcación", enmarcando la acción como una muestra de apoyo a los palestinos en Gaza. Este intercambio de agresiones se produce a pesar de un alto el fuego acordado en mayo entre los hutíes y Estados Unidos, principal aliado de Israel, que buscaba detener los ataques a intereses estadounidenses en la región. La muerte de Al-Rahwi ha sido un punto de inflexión, llevando al movimiento respaldado por Irán a advertir sobre una "escalada constante" contra Israel. La situación es seguida de cerca por la comunidad internacional, preocupada por el potencial de que el conflicto se extienda y afecte las cruciales rutas de navegación en el mar Rojo.