Los testimonios desde el terreno son desgarradores; trabajadores humanitarios relatan que los niños dicen que “desearían morir para poder ir al cielo y comer”.

El informe predice que las “condiciones catastróficas” se extenderán a otras zonas de la Franja en septiembre si no se toman medidas urgentes. En respuesta, Netanyahu negó rotundamente la existencia de una política de hambruna, asegurando que Israel ha permitido la entrada de “dos millones de toneladas de ayuda” y acusó a Hamás de robarla para “financiar su maquinaria de guerra”. Esta declaración oficial de hambruna no solo confirma la catástrofe humanitaria, sino que también tiene implicaciones legales, ya que el uso del hambre como arma de guerra es considerado un crimen de guerra según el derecho internacional.