Estos bombardeos, dirigidos contra infraestructura militar y energética, marcan una escalada significativa en el conflicto regional derivado de la guerra en Gaza. El ejército israelí informó que sus ataques tuvieron como objetivo "infraestructura militar del régimen terrorista hutí", incluyendo una base militar cercana al palacio presidencial, centrales eléctricas y una instalación de almacenamiento de combustible. La justificación oficial de Israel es que estas acciones son una respuesta "a los repetidos ataques del régimen terrorista hutí contra el Estado de Israel y sus civiles", que incluyen el lanzamiento de misiles y drones hacia territorio israelí en los últimos días. Los hutíes, respaldados por Irán, afirman que sus acciones son en solidaridad con los palestinos. Fuentes del gobierno hutí en Saná reportaron que los ataques israelíes dejaron un saldo preliminar de al menos dos personas fallecidas y 35 heridas. Esta serie de bombardeos directos demuestra la disposición de Israel a expandir su teatro de operaciones más allá de sus fronteras inmediatas, enfrentando directamente a los aliados de Irán en la región y aumentando el riesgo de una conflagración más amplia.
