Esta declaración ha desencadenado una enérgica condena internacional y un rotundo rechazo por parte del gobierno israelí.
El análisis de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC), un organismo respaldado por la ONU, confirmó que más de 500.000 personas en la Ciudad de Gaza y sus alrededores enfrentan condiciones catastróficas de inanición, miseria y muerte. El informe advierte que la hambruna se extenderá a otras zonas como Deir al-Balah y Khan Younis para finales de septiembre si no se toman medidas urgentes. El secretario general de la ONU, António Guterres, calificó la situación como un "fracaso de la humanidad misma", mientras que el alto comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, acusó directamente a Israel de ser responsable, afirmando que "es un crimen de guerra utilizar la inanición como método de guerra". En contraste, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, desestimó el informe como una "mentira descarada", asegurando que "Israel no tiene una política de hambruna" y culpando a Hamás del robo de la ayuda humanitaria. La crisis ha afectado de manera desproporcionada a los niños, con un alarmante aumento de la desnutrición aguda severa.
Organizaciones humanitarias y líderes mundiales han hecho un llamado urgente a un alto el fuego inmediato y al acceso humanitario sin restricciones para evitar una mayor pérdida de vidas.