Calificó el informe como parcial, fabricado y basado en mentiras del grupo islamista Hamás.
La respuesta oficial israelí, articulada por el Ministerio de Exteriores, desestimó por completo las conclusiones del informe de la IPC. Un comunicado afirmó que se trata de un "informe fabricado a medida de la campaña de Hamás" y que "no hay hambruna en Gaza". Israel acusó al organismo de la ONU de basar su evaluación en "las mentiras de Hamás blanqueadas por organizaciones con intereses particulares" y de haber violado sus propias reglas para llegar a esta conclusión. El gobierno israelí ha sostenido que controla todos los accesos a Gaza y acusa a Hamás de saquear la ayuda humanitaria, mientras que responsabiliza a las organizaciones humanitarias por no distribuirla eficazmente. Esta postura de negación total contrasta fuertemente no solo con el análisis técnico de la IPC, sino también con las denuncias de altos funcionarios de la ONU y los reportes de ONGs en el terreno. La brecha entre la versión de Israel y la de la comunidad internacional se profundiza, complicando cualquier esfuerzo coordinado para aliviar la crisis. Además, algunos medios informaron haber tenido acceso a datos de inteligencia militar israelí que contradicen la narrativa oficial del gobierno de Netanyahu.