En un contexto de escalada militar y negociaciones inciertas, altos funcionarios del gobierno y la inteligencia de Israel han emitido duras amenazas contra Hamás y la población palestina. Estas declaraciones subrayan una postura de máxima presión y una retórica belicista que condiciona el futuro de la Ciudad de Gaza a la liberación de los rehenes y el desarme del grupo islamista. El ministro de Defensa, Israel Katz, lanzó una advertencia directa, afirmando que si Hamás no acepta las condiciones israelíes, la Ciudad de Gaza "se convertirá en Rafah y Beit Hanun". Añadió que "pronto se abrirán las puertas del infierno hasta que acepten", una amenaza que sugiere una destrucción a gran escala como la vista en otras ciudades del enclave.
Esta postura se ve reforzada por declaraciones de otras figuras clave de la seguridad israelí. Un artículo cita al jefe de Inteligencia de Israel, Aharon Haliva, con una frase que refleja una política de represalia desproporcionada: “Por todo lo que pasó el 7 de octubre, por cada una de las personas del 7 de octubre, 50 palestinos deben morir”. Estas afirmaciones, junto con la descripción del primer ministro Benjamin Netanyahu como un "hombre que no falta a su palabra" en su promesa de intervenir completamente la Franja, pintan un panorama sombrío y exponen la estrategia de fuerza que Israel está dispuesto a emplear para alcanzar sus objetivos militares y políticos en el conflicto.
En resumenEl ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, ha amenazado con destruir la Ciudad de Gaza si Hamás no libera a los rehenes y se desarma, una postura que se complementa con declaraciones de altos mandos de inteligencia que abogan por represalias masivas. Esta retórica subraya la severa estrategia militar que Israel planea ejecutar para lograr sus metas en la guerra.