Esta acusación añade otra capa de complejidad a un panorama regional ya volátil, donde los conflictos locales a menudo se entrelazan con rivalidades geopolíticas más amplias.

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El presidente interino de Siria, Ahmed al-Sharaa, ha acusado a Israel de intromisión en el sur del país. Esta declaración se produce en un contexto de tensiones internas en Siria y señala a Israel como un actor que busca desestabilizar la región para su propio beneficio. La acusación de al-Sharaa se enmarca en un período de violencia en el sur de Siria, donde se han registrado enfrentamientos mortales entre combatientes drusos y beduinos sunitas. Desde la perspectiva del gobierno sirio, Israel está explotando estas divisiones sectarias y locales para fomentar la inestabilidad cerca de su frontera, en los Altos del Golán. Esta supuesta estrategia de "dividir y vencer" sería coherente con la política de larga data de Israel de prevenir la consolidación de un frente hostil unificado en su frontera norte. El presidente interino sirio también afirmó que la unificación de Siria, un país fragmentado por años de guerra civil, no debería lograrse "por la fuerza militar", un comentario que, aunque dirigido principalmente a actores internos, también puede leerse como una advertencia contra intervenciones externas. La declaración de al-Sharaa refleja la profunda desconfianza que caracteriza las relaciones entre Siria e Israel. Para Damasco, Israel no es un observador pasivo de la guerra civil siria, sino un participante activo que interviene para debilitar al Estado sirio y a sus aliados, como Irán y Hezbolá.
Esta acusación añade otra capa de complejidad a un panorama regional ya volátil, donde los conflictos locales a menudo se entrelazan con rivalidades geopolíticas más amplias.
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