En medio de una grave crisis humanitaria, Israel ha aprobado la construcción de un acueducto de casi 7 kilómetros para llevar agua desde Egipto a la Franja de Gaza. El proyecto, financiado por Emiratos Árabes Unidos, representa un inusual caso de cooperación regional destinado a aliviar la desesperada escasez de agua para cientos de miles de palestinos. Esta iniciativa, que conectará Egipto con la zona de Khan Younis en el sur de Gaza, destaca por la colaboración de actores que mantienen relaciones complejas. La financiación por parte de Emiratos Árabes Unidos, un signatario de los Acuerdos de Abraham, demuestra su continuo involucramiento en la región, equilibrando su normalización con Israel con el apoyo humanitario a los palestinos. La aprobación por parte de Israel es igualmente significativa, ya que ocurre simultáneamente a una intensa campaña militar. Este gesto puede interpretarse como una medida pragmática para mitigar una catástrofe humanitaria que podría tener consecuencias incontrolables, o como una concesión a la presión internacional y de sus socios árabes.
Según afirman las ONG citadas en el artículo, la crisis del agua en el enclave es "tan grave como la amenaza de que se esté propagando el hambre". El proyecto subraya la extrema precariedad de las condiciones de vida en Gaza, donde el acceso a recursos básicos como el agua potable se ha vuelto crítico. Aunque es una medida de alivio puntual, la construcción del acueducto es un raro ejemplo de pragmatismo y cooperación multilateral enfocado en las necesidades civiles en medio de un conflicto devastador.
En resumenLa aprobación israelí para un acueducto financiado por los EAU y proveniente de Egipto es una medida pragmática que evidencia la gravedad de la crisis hídrica en Gaza, permitiendo una cooperación puntual entre actores regionales clave para abordar una necesidad humanitaria urgente.