Esta postura diplomática se produce en respuesta a sugerencias provenientes de funcionarios del gobierno israelí y del presidente estadounidense, Donald Trump.
En un comunicado, Egipto calificó dichos planes como "reprobables", subrayando la gravedad con la que percibe cualquier intento de alterar la demografía de la región mediante la expulsión de sus habitantes. La declaración egipcia va más allá de una simple condena, al asegurar que ha mantenido comunicación con otros países que, presuntamente, habrían sido contactados por Israel para acoger a los palestinos desplazados.
Según El Cairo, estas naciones también han rechazado la propuesta.
Esta acción diplomática coordinada busca crear un frente común regional e internacional en contra de lo que se considera una violación del derecho internacional y una amenaza a la estabilidad de la región. La posición de Egipto es particularmente significativa debido a su papel histórico como mediador en el conflicto palestino-israelí y su frontera compartida con la Franja de Gaza. El rechazo frontal de El Cairo y otras naciones representa un obstáculo diplomático considerable para cualquier estrategia israelí que se base en la reubicación de la población gazatí, reafirmando el principio de que la solución al conflicto no debe implicar el desarraigo del pueblo palestino.