Sin embargo, el evento también sirvió como plataforma para la controversia.

La gobernadora del Tolima, Adriana Magali Matiz, aunque recibió al presidente, le pidió públicamente “evitar el lenguaje de odio y violencia”, subrayando sus “profundas diferencias políticas e ideológicas”. Similarmente, el director de Fenalco Tolima, Daniel Felipe Orjuela, expresó el rechazo del sector empresarial a la movilización, argumentando que el discurso gubernamental fomenta la división. Por su parte, la excandidata Carolina Hurtado cuestionó la visita, afirmando que el presidente está “desconectado de la realidad de nuestros territorios” y mostrando testimonios de ciudadanos que pedían ayudas directas para problemas personales. La controversia se intensificó con denuncias, como las reveladas por Blu Radio y el precandidato David Luna, sobre presuntas presiones a contratistas de entidades públicas para asistir al evento bajo amenaza de no renovación de sus contratos. Esta confluencia de apoyo masivo, críticas institucionales y denuncias de coacción pintó un cuadro complejo del clima político en el Tolima, donde la visita presidencial actuó como un catalizador de pasiones y divisiones.