La visita del presidente Gustavo Petro a Ibagué el 3 de octubre motivó la implementación de un riguroso plan de seguridad que alteró significativamente la movilidad y las actividades cotidianas en la ciudad, especialmente en la zona céntrica. Para garantizar la seguridad del mandatario y de los miles de asistentes al evento en la Plaza Murillo Toro, las autoridades locales, coordinadas a través de un Puesto de Mando Unificado (PMU), decretaron una serie de restricciones. Entre las medidas más destacadas se incluyó la implementación de la 'ley seca' durante 24 horas, la prohibición de circulación de motocicletas con parrillero hombre en las vías aledañas al evento y el cierre total de calles clave como la 10, 11 y 12 entre las carreras Segunda y Quinta. Además, se prohibió el sobrevuelo de drones, el transporte de escombros y cilindros de gas, y se instalaron más de mil vallas de seguridad.
Estas disposiciones generaron un impacto directo en la rutina de la ciudad, llevando a varias entidades a modificar sus horarios. La Gobernación del Tolima estableció jornada laboral únicamente hasta las 11:00 a. m., mientras que la Universidad del Tolima y la Universidad de Ibagué también adoptaron jornadas continuas o remotas para facilitar la asistencia al evento y evitar contratiempos por los cierres viales. El secretario de Gobierno, Francisco Espín, recomendó a la ciudadanía utilizar el transporte público y evitar el ingreso al centro si no iban a participar en la actividad, previendo una jornada de alta complejidad logística y de movilidad.
En resumenLa visita presidencial transformó a Ibagué en una ciudad blindada, donde un masivo despliegue de seguridad y logística priorizó el desarrollo del evento, generando importantes restricciones y modificaciones en la vida diaria de sus habitantes e instituciones.