El Programa de Alimentación Escolar (PAE) en el Tolima se ha convertido en un grave foco de conflicto, marcado por una investigación de la Procuraduría General de la Nación, acusaciones cruzadas de politiquería y una persistente incertidumbre financiera que amenaza la alimentación de miles de estudiantes. La situación ha escalado a un punto crítico que involucra a la Gobernación, la Asamblea Departamental y el Gobierno Nacional. La Procuraduría abrió una indagación previa contra funcionarios de la Gobernación por presuntas irregularidades, incluyendo la suspensión del servicio en agosto que afectó a 77.000 estudiantes durante diez días. El ente de control investiga posibles malas prácticas administrativas y el alto costo por ración, que alcanza los 8.300 pesos, muy por encima del promedio nacional de 6.000 pesos.
En medio de la crisis, la gobernadora Adriana Matiz advirtió que los recursos solo garantizaban la operación hasta la primera semana de octubre. Como respuesta, se logró un acuerdo para que la Gobernación aporte 8.000 millones de pesos adicionales y los municipios otros 1.000 millones, asegurando el programa hasta finales de 2025. Adicionalmente, la Unidad de Alimentación Escolar (UApA) anunció un aumento presupuestal del 58 % para 2026, alcanzando los 95.000 millones de pesos.
Sin embargo, el ambiente político sigue tenso.
El diputado Felipe Ferro acusó al Gobierno Nacional de usar el PAE con fines de “politiquería”, mientras que la diputada Yully Porras criticó que los aumentos de la Gobernación son insuficientes para cubrir la inflación, calificando el esfuerzo como “débil”. Esta compleja trama de investigaciones, disputas políticas y soluciones financieras de última hora mantiene en vilo la estabilidad de un programa esencial para la niñez tolimense.
En resumenEl PAE en el Tolima enfrenta una tormenta perfecta de investigaciones por presuntas irregularidades, luchas políticas y una frágil sostenibilidad financiera. Aunque se han anunciado acuerdos para garantizar su continuidad, los problemas estructurales de costos y la desconfianza entre los niveles de gobierno amenazan la estabilidad a largo plazo del programa.