La suspensión del Programa de Alimentación Escolar (PAE) en el Tolima ha dejado sin raciones alimentarias a más de 77.000 estudiantes, desatando una crisis nutricional y educativa. La situación se ha visto agravada por un cruce de acusaciones sobre la responsabilidad financiera entre la Gobernación del Tolima y el Gobierno Nacional. La interrupción del servicio, que afecta a 59.410 estudiantes del componente mayoritario y a 10.581 de comunidades indígenas, pone en grave riesgo la permanencia escolar, especialmente en zonas rurales donde la ración del PAE constituye la principal comida del día para muchos niños. El conflicto se centra en la financiación. Desde la Gobernación, el secretario de Educación, Andrés Bedoya, afirmó que se detuvo el servicio mientras se aprueba una adición de $15.000 millones que solo cubriría hasta finales de septiembre, insistiendo en que la Nación debe aportar más recursos para el resto del año.
Por su parte, la Unidad Administrativa Especial de Alimentación Escolar (UApA), del Gobierno Nacional, refutó estas afirmaciones.
Su director, Sebastián Rivera Ariza, aseguró que se han cumplido los compromisos, girando $49.638 millones de los $60.000 millones asignados para 2025, un presupuesto que ha aumentado históricamente. Rivera Ariza fue enfático al declarar: “Los recursos están, se han girado, y el gobierno departamental también tiene la responsabilidad y la obligación legal de cofinanciar el programa”. La UApA instó categóricamente a la Gobernación a reactivar de inmediato el servicio, recordando que la Procuraduría ya había mediado en una mesa técnica. Mientras la disputa administrativa y presupuestal continúa, miles de familias y rectores expresan su preocupación por el impacto directo en el bienestar y el rendimiento académico de los estudiantes.
En resumenLa crisis del PAE en el Tolima evidencia una grave falla de coordinación interadministrativa que afecta directamente a miles de niños. Mientras la Gobernación y el Gobierno Nacional debaten sobre responsabilidades financieras, el programa sigue suspendido, poniendo en riesgo la nutrición, la permanencia escolar y el bienestar de la población estudiantil más vulnerable del departamento.