Un intenso vendaval azotó a Ibagué durante la madrugada del 25 de agosto, provocando cortes de energía masivos, caída de árboles y daños en infraestructuras. El evento ha reavivado las críticas de la ciudadanía hacia la empresa de energía Celsia por la recurrente fragilidad del servicio eléctrico ante fenómenos climáticos. El fenómeno climático, que se presentó entre la noche del 24 y la madrugada del 25 de agosto, estuvo acompañado de lluvias intensas y fuertes vientos que ocasionaron la caída de árboles, ramas y cableado eléctrico, afectando la movilidad y la infraestructura en múltiples zonas. Los barrios San Pedro Alejandrino y San Carlos fueron de los más golpeados, con reportes de daños estructurales en viviendas y desprendimiento de tejas.
La interrupción del suministro eléctrico se extendió por gran parte de la ciudad, impactando no solo a hogares, sino también a la actividad económica. Sectores como Piedra Pintada y la zona de la carrera Sexta con calle 26 quedaron sin energía, afectando a panaderías, restaurantes, notarías y otras empresas que reportaron pérdidas. Incluso instituciones culturales como el Museo de Arte del Tolima vieron su operación limitada, funcionando solo con energía en el área de taquilla. La situación ha exacerbado el malestar de los ciudadanos con Celsia, la empresa proveedora de energía. Los usuarios denuncian que los cortes son un problema recurrente cada vez que se presentan lluvias fuertes, lo que evidencia una vulnerabilidad en la red de distribución. El descontento creció ante la falta de un comunicado oficial por parte de la compañía sobre la magnitud de la afectación o los tiempos estimados de restablecimiento. Ante este panorama, líderes comunitarios y comerciantes han exigido a las autoridades locales y a Celsia la creación de un plan de contingencia más efectivo, así como inversiones estructurales para modernizar la red y garantizar un servicio confiable.
En resumenEl vendaval del 25 de agosto expuso nuevamente la vulnerabilidad de la infraestructura eléctrica de Ibagué, generando graves afectaciones en la vida cotidiana y la economía local. La falta de respuesta de la empresa Celsia intensificó el descontento ciudadano, lo que ha derivado en un llamado urgente para que se realicen inversiones estructurales y se establezcan planes de contingencia eficientes que eviten la repetición de estos colapsos ante eventos climáticos.