Tras una semana de cierre total que generó millonarias pérdidas económicas, se restableció el paso en la estratégica vía Ocaña–Cúcuta. El levantamiento del bloqueo se logró tras un acuerdo entre los manifestantes de El Tarrita, zona rural de Ábrego, y el Gobierno Nacional. La comunidad de la vereda El Tarrita mantuvo bloqueado este corredor clave del nororiente colombiano durante siete días como medida de presión ante lo que consideran incumplimientos del Gobierno frente a la emergencia social y vial que padecen desde hace más de dos años. Los manifestantes, familias damnificadas por un deslizamiento de tierra, exigían el pago de arriendos atrasados, la compra de terrenos para su reasentamiento definitivo y la implementación de un plan integral de ayudas humanitarias y reconstrucción vial.
El personero de Ábrego, Antonio José Rodríguez, había advertido que el diálogo estaba agotado y que se necesitaban soluciones concretas, afirmando: “Necesitamos soluciones reales y no más trámites que retrasen el proceso”. El impacto económico del cierre fue severo; gremios como la ANDI alertaron sobre millonarias pérdidas en el transporte de carga y el comercio, además de signos de desabastecimiento de alimentos en varios municipios. La solución llegó tras jornadas de concertación en las que la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) se comprometió a girar nueve meses de arriendo a las familias afectadas mientras avanza el proceso de compra de predios. A pesar de la reapertura de la vía, las comunidades advirtieron que podrían retomar las protestas si los compromisos pactados no se cumplen, lo que deja una sensación de alivio temporal pero mantiene la incertidumbre sobre una solución definitiva a la crisis humanitaria y de infraestructura en la zona.
En resumenLa resolución del bloqueo en la vía Ocaña-Cúcuta, lograda mediante compromisos del Gobierno para asistir a los damnificados de El Tarrita, alivió la presión económica en la región. Sin embargo, la situación sigue siendo frágil, ya que las comunidades condicionan la paz a un cumplimiento efectivo de los acuerdos, evidenciando profundos problemas sociales y de infraestructura sin resolver.