Durante los últimos días de agosto, Cúcuta fue escenario de múltiples hechos de sangre en menos de 24 horas.

En distintos sectores como Ospina Pérez y El Cerrito, se registraron asesinatos perpetrados por sicarios, sumándose a las cifras que ya superan los 125 homicidios en lo corrido del año 2025.

Las víctimas incluyen a un joven miembro de un grupo de apoyo del Cúcuta Deportivo, Fabián Orlando Omaña Parra, y a Víctor Julio Villamizar, jefe de rutas de una empresa de transportes, cuyo crimen ocurrió cerca de la terminal de la ciudad. Estos ataques selectivos, sumados al hallazgo de cuerpos sin identificar, han generado un clima de temor generalizado.

La violencia no se limita a la capital, sino que se extiende a su área metropolitana, como lo demuestra un ataque armado contra la Fuerza Pública en Villa del Rosario, que dejó un policía y varios civiles heridos.

La situación ha sido catalogada como una “feroz disputa territorial por el control de las economías ilícitas entre el ELN y demás organizaciones armadas delincuenciales”. Ante este panorama, el alcalde Jorge Acevedo declaró la alerta máxima, mientras que gremios como el de transportadores y comerciantes claman por mayores garantías para continuar sus labores sin ser víctimas de la violencia y la extorsión.