El incidente no solo avivó las tensiones políticas entre Colombia y Venezuela, sino que también resultó en amenazas de muerte contra el administrador del predio que ordenó su retiro. La valla, ubicada en el intercambiador de Rumichaca, reproducía en inglés la oferta de 50 millones de dólares por información que conduzca al arresto de Maduro, a quien el Departamento de Justicia de EE. UU. acusa de liderar el ‘Cártel de los Soles’.

José Alexander Sierra, administrador del espacio publicitario, denunció haber recibido amenazas tras desmontar la lona, aclarando que fue instalada sin su consentimiento y que no tiene ninguna afiliación política.

Este suceso ocurre en un contexto de normalización de relaciones diplomáticas, pero también de persistentes desafíos de seguridad. Precisamente, el presidente Maduro anunció recientemente la activación de la primera zona binacional con Colombia, que comenzará en la frontera con Norte de Santander, con el objetivo de mejorar la cooperación económica y de seguridad. La aparición de la valla es un recordatorio de la fuerte presión internacional que aún pesa sobre el gobierno venezolano y de cómo la frontera de Cúcuta sigue siendo un epicentro de pulsos geopolíticos, donde las acciones simbólicas pueden tener consecuencias directas y peligrosas para los ciudadanos locales.