La frontera de Cúcuta con Venezuela sigue siendo un termómetro de las complejas y fluctuantes relaciones entre ambos países, marcada simultáneamente por tensiones políticas y nuevos anuncios de cooperación económica. La dinámica fronteriza de Cúcuta refleja la dualidad de la relación colombo-venezolana. Por un lado, la tensión política se hizo palpable con la instalación de una valla publicitaria en el intercambiador de Rumichaca, entre Cúcuta y Villa del Rosario, que ofrecía la recompensa de Estados Unidos por la captura de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. El cartel, ubicado sin autorización en un predio privado, generó una fuerte controversia y el administrador del espacio denunció haber recibido amenazas de muerte tras ordenar su retiro.
Este episodio encendió nuevamente las alarmas sobre la polarización y los riesgos de seguridad en la zona. Por otro lado, y en un aparente contraste, el presidente Nicolás Maduro anunció la activación de la primera zona binacional entre Colombia y Venezuela, la cual comenzará a implementarse precisamente en los límites con Norte de Santander. Esta iniciativa, coordinada por la vicepresidenta Delcy Rodríguez, busca facilitar la movilidad, mejorar la conectividad y potenciar el comercio, con el objetivo de consolidar estos espacios como “territorios de paz”. Maduro también mencionó la necesidad de redoblar la seguridad contra bandas criminales en la región.
Estos dos eventos, ocurridos en un corto lapso, demuestran que Cúcuta es el principal escenario donde se materializan tanto los conflictos políticos como los intentos de integración económica entre las dos naciones.
En resumenLa frontera en Cúcuta es un punto focal de la relación con Venezuela, evidenciando tensiones como la polémica valla con recompensas por líderes chavistas, y a la vez, siendo el punto de partida para la anunciada zona económica binacional, lo que la convierte en un territorio de conflicto y cooperación simultáneos.