La violencia que azota a Cúcuta y Norte de Santander está directamente vinculada a la presencia y disputa de grupos armados como el ELN y las disidencias de las Farc, cuyo accionar criminal desestabiliza la región y representa el principal desafío para las nuevas autoridades policiales. La crítica situación de orden público en el área metropolitana de Cúcuta es el reflejo de una confrontación más amplia que se libra en todo el departamento. Los informes de prensa señalan que la “feroz disputa territorial por el control de las economías ilícitas entre el ELN y demás organizaciones armadas delincuenciales” es la causa de la ola de asesinatos y ataques en la capital. La operación “Cúcuta Territorio Seguro” confirmó esta realidad al desarticular una red de apoyo urbano al ELN junto a otras bandas locales.
La problemática se extiende con mayor intensidad a la zona del Catatumbo, descrita como un área donde se registran “fuertes enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las Farc”.
Esta guerra ha provocado el desplazamiento de al menos 72,000 personas, muchas de las cuales han buscado refugio en Cúcuta, y ha causado 150 muertes, incluyendo civiles, líderes sociales y firmantes de paz.
Este contexto explica la importancia estratégica de los nuevos nombramientos en la Policía. Al coronel Jorge Bernal, nuevo comandante departamental, se le ha encomendado el “gran reto de recuperar la zona del Catatumbo”, mientras que el comandante de Cúcuta debe enfrentar las manifestaciones urbanas de este conflicto. La lucha contra estos “grupos generadores de violencia que originan inestabilidad económica y social en la región” es la prioridad declarada por los nuevos mandos.
En resumenLa crisis de seguridad en Cúcuta es una extensión de la guerra territorial entre el ELN y disidencias de las Farc en Norte de Santander. Estos grupos son los principales responsables de la violencia, la extorsión y el desplazamiento, representando el mayor desafío para la fuerza pública en la región.