La investigadora Natalia Escobar, del OEM, señaló que esta situación impacta directamente la libertad de movilidad y el bienestar emocional de las mujeres, quienes se ven obligadas a diseñar estrategias cotidianas para reducir riesgos, como evitar ciertas rutas, cambiar horarios o limitar sus salidas, lo que a su vez incrementa sus gastos en transporte. El estudio también destaca que las mujeres de sectores con menos recursos son las más vulnerables, al tener menos alternativas de transporte seguro. Además, Lina Buchely, directora del Observatorio, explicó que existe un subregistro, ya que las mujeres tienden a denunciar menos por desconfianza institucional o falta de tiempo. Los expertos insisten en la necesidad de políticas públicas con perspectiva de género que ofrezcan soluciones diferenciadas para proteger el derecho de las mujeres a transitar por el espacio público sin miedo.